sábado, 15 de agosto de 2009

La alcancía del corazón

Me dirigía hacia la calle Calatrava y al doblar la esquina de Toledo con la plaza de la Cebada...



...han demolido la piscina de La Latina. Me parece que el siguiente paso es tirar el mercado, que a mí siempre me ha recordado a la iglesia de San Cataldo de Palermo:



Da pena que vayan desapareciendo los edificios que uno reconocía. Con la situación económica y la edad que ya vamos teniendo, últimamente han desaparecido muchos negocios que nos gustaban y que considerábamos más permanentes que nosotros. El mercado de La Cebada a punto de desaparecer sustituyó a finales de los 50 o principios de los 60 al edificio antiguo de hierro forjado que debía de ser bastante más liviano y bonito, en un sentido tradicional. La misma melancolía que me embarga a mí al pensar que van a tirar el actual debió de oscurecer las frentes y los pechos de las personas que vieron tirar el anterior, y me imagino que pasará lo mismo cuando el próximo edificio, aún no erigido, sea a su vez derrumbado y sustituido. Pero a mí me gusta el que conozco.

Dado que la celebración de la Paloma ha resultado nostálgica, diré que echo de menos las moneditas que se metían constantemente en una hucha luminosa en el Paseo de Recoletos. Lo que amamos de las ciudades lo llevamos en la alcancía del corazón.

***

Aquí copio unos párrafos del capítulo Picapedreros de La Almudena, del libro de Gómez de la Serna Nostalgias de Madrid -escrito en Buenos Aires y publicado a mediados de los 50-, en el que encontraremos no sólo la nostalgia y la conciencia del paso del tiempo que hemos mencionado antes, sino también el gran tema madrileño: la obra.

Al saber que las obras de la nueva catedral de Madrid avanzan con un ritmo más acelerado, me acuerdo de los picapedreros que picapedrearon mi segunda infancia, pues viví enfrente de la explanada en que los hombres del martillo y el escoplo picaban los grandes bloques de piedra con isócrona persistencia.

[***]

"Cuando llegue a joven -me decía yo- podré entrar en la catedral concluida, con sus lámparas encendidas, con sus impresionantes vitrales, con los incensarios bufando fuego y humo"; pero pasó la primera juventud, la segunda, toda la madurez y llegué a la edad que evita decir su nombre, sin poder entrar en las grandes naves soñadas.

[***]

Pero más bonito es pensar que si volviera a nacer, otra vez en 1965 o 90, volvería a oír en la primera infancia el escoplar la piedra de los picapedreros continuando la obra de la nueva catedral.


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Aquí, un artículo sobre mercados madrileños en un blog muy interesante.

Y fotos.

17 comentarios:

  1. "Con la situación económica y la edad que ya vamos teniendo..."

    Creo que es lo más atroz que he leído últimamente.

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  2. A mi me ha amurriado también. Volvía de un festival y de pronto zas, (o como decía Mihura, "hizo pin y se acabó todo"). Nos entristece pensar, supongo, que la persona que éramos cuando ese mercado existía ya no está más. Cuando yo era pequeñín donde ahora están las torres kio, había unas chabolas de gitanos en mitad del paramo. Todos los fines de semana nos peleabamos con ellos. Una de las imágenes que no olvidaré en mi vida fue cuando les tumbaron las chabolas. Fuimos todos a verlo. Ni nos peleamos ni nada ese día, ellos trataban de parecer muy dignos.

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  3. Pretty atroz, sí, pero lo escribí con pretensiones humorísticas.

    (Peor aún, supongo.)

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  4. Pues sí, así es, como dice Mihura. Nos entristece pensar que esa persona ya no está para que le podamos explicar cómo hacer para que no desaparezca.

    Lo tiran todo.

    Gracias por comentarme, chicos.

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  5. Es un comentario al post anterior, a Alucinados, pero lo meto aquí porque me perdí el anterior.
    El otro día, el 13 de agosto a la 16:30, una mujer iba en coche a esperar a su hija que llegaba de fuera de Madrid en una furgoneta alquilada para hacer una mudanza; iba acalorada y deprisa.Cuando se paró en el portal de su casa, un hombre de unos cincuenta años, con un montón de periódicos y libros debajo del brazo, panamá en la cabeza, bermudas, camisa por encima del las bermudas, mocasines y calcetines... pero elegante, golpeó en la ventanilla del pasajero.
    -Señora, venía usted a una velocidad endiablada -le espetó.
    -Tiene razón -se defendió ella-, pero tenía prisa porque llega mi hija y tengo que ayudarla.
    -Que sepa que iba a una velocidad que superaba en un 20% lo estipulado por el codigo de circulación.
    -Es verdad -reconoció ella algo sorprendida-, pero me he fijado en que la luz para los peatones estaba en rojo.
    -¡Señora! -exclamó él con tono airado-. No se trata del color del semáforo, es una cuestión de "politesse". Además -añádió el caballero-, que sepa que he venido corriendo desde la esquina para decírselo y tengo un esguince en el tobillo izquierdo.
    Dicho lo cual se alejó renqueando por la acera donde más calentaba el sol.

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  6. Querido Anónimo, después de asombrarme con su historia déjeme decirle que, para estar sufriendo los rigores del caloramen madrileño conserva usted una admirable sensibilidad hacia los detalles que explican los raros acontecimientos que se dan en las calles (¡la acera donde más calentaba el sol!).

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  7. IDEALES,tantos recuerdos me provocan...

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  8. No sé si los seguirán vendiendo. Venían como a medio liar. Qué bonito es el paquete.

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  9. ¿Ha estado usted en la celebración y posterior bajada del cuadro de la Paloma por el Real Cuerpo de Bombeiros?

    ¡Que castiza!

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  10. Me desayuné unas porras de ferragosto y me dirigí a la iglesia, pero no sabía bien a qué hora era y no vi a los bombeiros bajando el cuadro...

    Qué lástima.

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  11. Fedro hace horas extra19 de agosto de 2009, 14:06

    1. "Lo que amamos de las ciudades lo llevamos en la alcancía del corazón": superior (así dicen en mi pueblo). Ahora ya entiendo por qué cuando nos rompen el corazón dejamos de amar un poco esa ciudad y el cuore se convierte en la acepción 3 de la rae .
    2. Qué bonito el verbo "picapedrear"
    3. No sé si los tres planetas rojos de San Cataldo cayeron sobre la iglesia o si son los frutos de la piedra. Igual que la estatua de la libertad, que puede parecer tanto que ha sido sepultada por la arena como que ha caído del cielo y se ha quedado clavada en la playa. La teoría de que caigan cosas del cielo es menos creíble que la de que salgan de la tierra, pero es menos aburrida.

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  12. Fedro hace horas extra19 de agosto de 2009, 17:19

    Respecto a los IDEALES, una pregunta: ¿qué quiere decir 18 al cuadrado?, ¿324 cigarrillos?, ¿o que la cajetilla es cuadrada y, por lo tanto, buena y práctica?
    Bueno, y esto ya es lo más.

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  13. No conocía la tercera acepción, y me he reído mucho al verla. Y hay que tener cuidado para que el corazón se nos rompa siempre en la misma ciudad, así nos reservamos las otras impolutas y amadas.

    En cuanto a que las cosas salgan de la tierra, qué quiere que le diga, casi me parece más increíble que que caigan de las alturas. Las alturas son enormes, y el interior de la tierra limitado, no sé si cabrán dentro estatuas de la libertad, tajmajales, baobabs y tal. Pero a lo mejor los planetas de San Cataldo, es verdad, son una excrecencia de la piedra.

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  14. Pythagoras - quadratisch, praktisch, gut! Qué total.

    Tiene razón, qué raro es lo de "al cuadrado".

    ¿Será que el papel de fumar es cuadrado?

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  15. Fedro hace horas extra20 de agosto de 2009, 14:53

    O igual es una especie de "imperativo vocativo + acusativo" (los de la rae que lean este blog lo están flipando ahora mismo), algo así como ordenarle a 18 cigarros que se metan en una caja cuadrada, aunque eso debería escribirse así:
    "cigarros: ¡al cuadrado!"

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  16. No está mal la interpretación entre marcial y de serie de animación húngara.

    Nunca he detectado un seguimiento de este blog desde los ordenadores de la RAE.

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  17. Fedro hace horas extra20 de agosto de 2009, 14:58

    No sé yo qué les parecerá a los palermitanos eso de "excrecencia de la piedra", pero estoy segura de que a don Ramón Gómez de la Serna le encantará, doquiera esté.

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