miércoles, 29 de abril de 2009

Confuso recuerdo de Antonio Pereira

Estoy de viaje y no tengo casi ninguno de mis libros a mano, así que no puedo copiar el sorprendente final de uno de los cuentos de Antonio Pereira -que se murió hace cuatro o cinco días-, que recuerdo de vez en cuando como ejemplo de lo que para mí era lo más característico del autor: sus extraños giros.

El cuento del que hablo no me acuerdo de qué trata. En él se nos cuenta una historia más o menos provinciana, supongo. transcurre en un sitio que conocemos como "A.", como en las novelas francesas del XIX. Pereira cuenta y recuenta, y trata de hacernos ver pues sus cosas, y expone los hechos y me imagino que los vetea de algo de psicología, no sé. Qué pasará con estos individuos, arrastrados por el torrente de la existencia, tal. Y de repente el cuento se acaba, no porque se nos diga cómo han solucionado los protagonistas sus problemas, o cómo han sucumbido a ellos, sino porque, de forma aparentemente muy caprichosa, el autor ha dicho "pero dejémonos de tonterías: estamos hablando de la ciudad de Astorga".

Y eso se transforma en lo importante de repente.

lunes, 27 de abril de 2009

Husos y costumbres

Es costumbre entre mucha gente leer por la noche en la cama el periódico del día que ha acabado ya. Yo misma anoche estaba leyendo unos artículos de Larra, y en el titulado El castellano viejo encuentro el siguiente diálogo:

-(...) estás convidado.

-¿A qué?


-A comer conmigo.


Aquí viene una parte en que Larra se resiste, porque el tipo con el que se ha encontrado y le está invitando a comer es un pelma. Pero después del inútil forcejeo verbal sigue la cosa:

-No es eso, sino que...

-Pues si no es eso -me interrumpe-, te espero a las dos: en casa se come a la española; temprano.


Esta última es la frase que me hizo levantar las cejas mientras leía. Dice el plasta:

*En casa se come a las dos

*En casa se come a la española

*En casa se come temprano

Para el despiece de hoy obviaremos el posible cambio de hábitos horarios que pueda haberse producido en España en los 175 años que separan la supuesta pero en cualquier caso verosímil pronunciación de esas palabras y mi lectura de las mismas. Sería lo único que ha cambiado entre el país descrito por Larra y el que respiramos nosotros hoy día, mire usté qué casualidad. En todo caso da igual; la frase del plasta se basta a sí misma para su inconsistencia, no necesita que comparemos cronologías.

Entonces:

En casa se come a las dos, dice él, y nosotros no tenemos por qué dudar de ello.

En casa se come a la española, dice él, y nosotros pensamos que a lo mejor en España en 1830 lo habitual era comer a las dos de la tarde. Cuando dice se come a la española descartamos que se esté refiriendo a cualquier cosa que no sea la hora de la comida, porque para eso la aclaración viene entre dos marcas temporales ("te espero a las dos" y "se come temprano"). Hoy en día, "comer a la española" es comer tardísimo, porque en cualquier país comen antes que nosotros, pero quizá entonces no era así. Quizá entonces "comer a la española" es, como aclara el propio anfitrión, comer temprano. Y con esta aclaración, que pretendía apuntalar la frase, el que la pronuncia sólo consigue desbaratar todo el sentido, como se verá ahora:

Si comer a las dos es comer a la española, y comer a la española es comer temprano, significa que comer a las dos se tiene por comer temprano. Y si comer temprano es comer a las dos (cuando en cualquier otro país se come entre las doce y media y las dos menos cuarto), comer a una hora ni temprana ni tardía es comer a las tres menos cuarto, que por cierto es tardísimo en cualquier otro país. Con lo cual, el juicio de valor ("temprano", "tarde") con que se ha querido describir la tempranez con que se come en España no hace sino desvelar lo tarde que comen en realidad los españoles, que no contentos con considerar que comer a las dos es comer pronto, se jactan de que su país se caracteriza, precisamente, por lo pronto que se come en él.

sábado, 25 de abril de 2009

Poner a cada uno en su sitio

Si hoy es 25 de abril, es el aniversario de la Revolución de los Claveles.


Exactamente el 35º aniversario es.

La señal de salida que se usó en este caso fue una canción de José Afonso que pusieron por la radio:



Como por consiguiente y por afición al vino de Oporto dedicamos el día a Portugal, me pongo gustosa a copiar una maravillosa entrada del Diccionario de milagros de Eça de Queiroz (en traducción de Mario Merlino), en la que se refiere una extravagante acción de San Aldebrando, obispo de Fossombrone:


SAN ALDEBRANDO DEVUELVE LA VIDA A UNA PERDIZ ASADA (XII). San Aldebrando, obispo de Fostombrone (sic), se abstenía el año entero de comer carne y estaba excesivamente consumido, por lo que le sirvieron una perdiz asada para cenar.

Sin decir una palabra a quien se la había servido, el Santo bendijo al ave y le ordenó que volase. Inmediatamente la perdiz alzó el vuelo y salió por la ventana para reunirse con sus compañeras.-
Acta Sanctorum (Bolandistas), 1 de mayo, pág. 162.


La fiesta de San Aldebrando se celebra el 1 de mayo.

domingo, 19 de abril de 2009

Σε θυμάμαι, Lord Byron

She walks in beauty

She walks in beauty, like the night
Of cloudless climes and starry skies;
And all that's best of dark and bright
Meet in her aspect and her eyes:
Thus mellow'd to that tender light
Which heaven to gaudy day denies.

One shade the more, one ray the less,
Had half impair'd the nameless grace
Which waves in every raven tress,
Or softly lightens o'er her face;
Where thoughts serenely sweet express
How pure, how dear their dwelling-place.

And on that cheek, and o'er that brow,
So soft, so calm, yet eloquent,
The smiles that win, the tints that glow,
But tell of days in goodness spent,
A mind at peace with all below,
A heart whose love is innocent!


Hoy hace 185 años que murió Lord Byron, así que para homenajearlo, enciendan un pitillo tras otro, como harían si fuesen griegos, y escuchen estos dos audios. En el primero, es Eric Portman quien recita She walks in beauty. En el segundo, la voz es la de Peter O'Toole, en el telefilme Rogue Male, basado en la misma novela en la que se basa El hombre atrapado, de Fritz Lang.



martes, 14 de abril de 2009

Aun asín, hay que intentar vivir


A man has to do what a man has to do, dice un conocido adagio, y por conocido y reconocido ( y por afán de simetría) lo solemos traducir por un hombre tiene que hacer lo que un hombre tiene que hacer, y admitimos sin darle más vueltas que quiere decir, en su indiscutibilidad tautológica, que uno debe cumplir con su obligación, y nos lo tomamos como una palmada de ánimo desalentado para que tal hombre ejecute su misión ("a ver, si no"). Pero no llega a sublime misión la cosa, pues la frasecita viene a la mente de aquel que se ve empujado a actuar sin tenerlas todas consigo, ya he dicho que con el desaliento propio del que no cuenta con las herramientas necesarias y sabe ya, al remangarse y arrodillarse, que el grifo seguirá goteando. Para tener alguna más consigo echa mano de la frase, tan propia, en su resignación, de la hombría de quien se ha dado cuenta de que, aun así, hay que intentar vivir. Esa hombría de heroicos pobrecillos es una figura literaria a la que estamos habituados y entendemos bien.



Y sin embargo, si bien útil, la traducción no es correcta, o no es completa. La preposición to indica tendencia, no es sólo la marca del infinitivo. The world to come es el mundo que vendrá, o que podría venir, del mismo modo que lo que un hombre has to do no es sólo lo que es su obligación hacer, sino lo que se le despliega en el tapete como floreciente posibilidad. Pensándolo asín, lo que tiene que hacer un hombre es atender a sus posibilidades.

Mateo 6

Al leer ayer esto, me acordé de esto otro:

La lámpara del cuerpo es el ojo:
si tu ojo está limpio, todo tu cuerpo estará lleno de luz


Quizá tenga también que ver con aquello que dijo Goethe, que el órgano con el que él había comprendido el mundo era el ojo.

lunes, 6 de abril de 2009

viernes, 3 de abril de 2009

Ayer tuve una visita de Canadá que llegó a este blog al poner las siguientes palabras en Google:

estoy triste...no se que va a pasar!

A los confusos siempre les enternece que otro les pida consejo a ellos. Qué más da que el canadiense no supiera que se estaba dirigiendo a mí.

miércoles, 1 de abril de 2009

Método de lectura Shakespeare: La T

TA TE TI TO TU




Transcribo el parlamento de arriba:


¡Tate! Tito, ¿tú...?


Y procedo a despiezarlo, que es mi nombre y mi labor:

Tate es un indicativo de sorpresa: se dice cuando uno se da cuenta de golpe de una cosa (por poner un ejemplo, de que su hijo es un parricida). En la obra de Shakespeare el patetismo y la consternatio mortis de César se apoyan en toda la frase entera, en la segunda persona, en la alusión a la filiación, y sobre todo en el adverbio "también", que encierra una profunda decepción. El método de lectura Shakespeare tiene un objetivo, expresado en su nombre, y ha resumido todo eso en TATE.

Tito es un diminutivo por todos conocido. En este caso viene de Bruto ----> Brutito ----> Tito. ¿Quién llamaría por un diminutivo así a un hombre hecho y derecho, sino su propio padre, para quien el hijo será siempre un niño, aun cuando sea senador -y complotista? En este caso viene a sustituir a la larga fórmula "Bruto, hijo mío", porque, insistimos, a un hombre sólo le puede llamar Tito una figura de autoridad y a la vez de amor. Un padre, vamos.

¿...? Alcanza a decir la abatida víctima. Pero todo está ya dicho

y César
cae.