viernes, 1 de enero de 2010

Cómo vivir

Propia de los últimos y de los primeros días del año (me doy cuenta al escribirlo de que, salvo la entrada en los cielos, el paso del 31 de diciembre al 1 de enero es el único punto donde los primeros vienen después de los últimos) es la resolución de adoptar nuevas actitudes y desechar las viejas, en un intento de vivir más felices y prepararnos una vejez más agradable.

¿Cómo hemos de hacer para vivir a gusto, entonces? ¿Para ser felices?

Hace bastante leí a uno que sugería una receta para la felicidad. No me acuerdo de todo, pero entre las recomendaciones estaba una, que es doble, que es hacer todos los días una cosa que nos guste y otra que no nos guste. Estaba pensando hace un rato en una sospecha que tengo desde hace tiempo, y que es que conviene evitar hacer dos cosas a la vez. Dos actos cotidianos. Con esto me refiero, por ejemplo, a que debemos tratar de no enviar mensajes mientras nos lavamos los dientes, y combinaciones de ese tipo, en las que se cumple que lo malo es mezclar. Cuando me estoy lavando los dientes, me estoy lavando los dientes. Cuando estoy escribiendo un mensaje, estoy escribiendo un mensaje. Dejemos que la acción se despliegue a sus anchas, dentro de nosotros, que no sabemos lo que estamos haciendo ni cuando extendemos la pasta sobre las cerdas. Este precepto sin embargo creo que no vale para los actos digamos inmateriales -aunque esto no lo tengo tan pensado-. Por ejemplo, si esos meses estamos cuidando a nuestro padre, eso es perfectamente combinable con estar dejando de ser iracundos o estar aprendiendo a bordar.

Y veo que tiene bastante que ver precisamente con la película de la que colgué un fragmento hace poco para recordar a su director, que se acababa de morir: Arrebato. En la secuencia en que miran los cromos, se nos recuerda cómo uno se abstraía cuando era un niño mirando las imágenes. En realidad eso es lo que queremos, igual que un artista lo que quiere no es indagar en la culpa o reproducir los alegres colores. En realidad no trabaja para eso. Lo único que nos puede hacer felices es estar concentrados.

18.1. En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?
18.2. Él llamó a un niño, le puso en medio de ellos
18.3. y dijo: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.

6 comentarios:

  1. Me da la sensación de que has leído mi lóbulo frontal. ¡Qué horror!

    ¡año roña!

    o mejor:

    añora la roña.

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  2. Leo en tu lóbulo frontal como en un libro abierto.

    Año añico, no añoro el año roña.

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  3. Las señoras de arriba, parecen felices y concentradas.
    ¿Se preparan acaso para la recolección de la uva del oporto?

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  4. Me alegra que repare en esa foto. Las no sé si alegres pero sí reconcentradas señoras son unas campesinas georgianas que se preparan para recolectar té, o chá.

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