By Bárbara Mingo Costales
Joé, qué bueno.
Era una tiendecita cachonda en Siracusa. Tenía un anexo que era cibercafé; no funcionaba nunca. A la puerta siempre había cuatro desocupaos muertos de risa en un banquito.
Acabas de lograr que algo italiano me resulte simpàtico mientras estoy en Italia. Claro que Siracusa es sólo muy lateralmente italiana.
¡Eso quiere decir que llegaste a tiempo para embarcar!, me alegro.Sí, me pega que los propios siracusanos estén al tanto de lo poco italianos que son.
El ectoplasma que se ve detrás del túnido, ¿es la autora de la foto, o es que hay una enana acuclillada en la ventana sosteniendo el cartel?
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Joé, qué bueno.
ResponderEliminarEra una tiendecita cachonda en Siracusa. Tenía un anexo que era cibercafé; no funcionaba nunca. A la puerta siempre había cuatro desocupaos muertos de risa en un banquito.
ResponderEliminarAcabas de lograr que algo italiano me resulte simpàtico mientras estoy en Italia. Claro que Siracusa es sólo muy lateralmente italiana.
ResponderEliminar¡Eso quiere decir que llegaste a tiempo para embarcar!, me alegro.
ResponderEliminarSí, me pega que los propios siracusanos estén al tanto de lo poco italianos que son.
El ectoplasma que se ve detrás del túnido, ¿es la autora de la foto, o es que hay una enana acuclillada en la ventana sosteniendo el cartel?
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