I do not like being moved: for the will is excited; and action
Is a most dangerous thing; I tremble for something factitious,
Some malpractice of heart and illegitimate process;
We’re so prone to these things, with our terrible notions of duty.
No me gusta conmoverme, porque la voluntad se excita,
y la acción es siempre peligrosa; temo hacer algo equivocado,
alguna mala acción de puro corazón, algún acto injustificado,
estamos tan inclinados a estas cosas, con nuestras terribles nociones del deber.
A.H.Clough
si yo fuera un sentimental, no hay duda de que el hecho me ayudaría a dejar de serlo, pero no lo soy. La situación en Oriente Próximo me resulta demasiado cercana, es demasiado personal como para que pueda caer en el sentimentalismo.
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Maravilloso: su juego de reflejos, la música, el maestro.
ResponderEliminarPues hay que conmoverse,aunque se excite la voluntad, y si se excita mejor. Eso es la vida.
ResponderEliminarLa mala acción de puro corazón no es posible aquí. Ese es un pensamiento durísimo con uno mismo.
Una sensibilidad extrema.
Recuerdo todo muy bien.
ResponderEliminarVivo conmocionado.
Me siento cómodo con las fieras.
Me dan lástima los honrados hombres buenos que se mezclan con nosotros.
¡Esto es como caleidoscopio!
ResponderEliminar¿Están ustedes ahí?
Hablan por todas partes de cosas distintas que luego son lo mismo! Me asombra tanta rareza, pero me gusta. Es curioso. No me parece que estén ustedes locos.
Bueno, hay que conmoverse, o no hay más remedio que conmoverse, pero contra lo que previenen estos tíos es contra el sentimentalismo, que es como una pura sensualidad del sentimiento. Esa debe de ser la razón de la relación entre la vejez verde, el sentimentalismo, la rijosidad...
ResponderEliminarAyer tuve que acompañar a una amiga a hacer-unas-gestiones (que es todo un verbo en sí) y tuve mucha suerte, porque en la sala de espera encontré una revista de hace veinte años en la que salía un artículo de Luis Racionero. Copio para todos, porque me interesó mucho y viene muy al caso:
ResponderEliminar"El voluptuoso, que es aquel interesado y casi obsesionado por obtener aquellas cosas que causan placer intenso en los sentidos, no tiene bastante con las sensaciones normales y se dedica a las sensuales. Y entre éstas, pretende aumentar su intensidad y a sí lo hace y va chocando contra esta ley de rendimientos decrecientes de la sensación, que abotarga sus sentidos a fuerza de aumentar sus estímulos. ¿Qué puede hacer entonces? Recurrir a la mente."
[...]
"¿Qué hacer para usar la mente en la sensualidad sin caer en los peligros físicos y morales del sadismo, la glotonería, la melomanía, la embriaguez aromática o etílica y la horterada en todos los sentidos?"
Por cierto, mientras lo copio, encuentro no sé si incongruente pero por lo menos chocante que se menciona la melomanía entre los otros peligros. Veo en el diccionario de la Academia que la melomanía es "amor DESORDENADO a la música". No sé si el amor comedido a la música merece un nombre.
Especies, eres una modernilla trasnochada y un pelín patética, a estas alturas, y todavía con citas de Kundera...uf.
ResponderEliminarPues tendrás razón, rafa.
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ResponderEliminarBueno, tampoco hay que decir salvajadas, que no ha pasado nada. No os aprovechéis de mí.
ResponderEliminarEs verdad, es verdad; tampoco hay que decir salvajadas!!!
ResponderEliminarJA!!JA!JA!!!JA!JA!JA!!!!!
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ResponderEliminarQué no, Nayinski, que no! Mejor tómate un arenque ahumado!
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ResponderEliminarjerusalén tiene hambre y sed!
ResponderEliminarQué Nayinski se coma un arenque ahumado!
ResponderEliminar¡Qué barbaridad! ¡Son ustedes bestiales en el estricto sentido!
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