Precisamente de Ernst Jünger es la descripción de la libertad que oí en la barra de un bar hace unos días. Allí y entonces me dijeron que para Jünger la libertad es el estado en el que nada se interpone entre uno y lo que uno debe llegar a ser. Ah, recordé, entonces para Albert Cossery es lo mismo, porque él dice que nunca, ni en las situaciones de más necesidad de su vida, ni teniendo delante el espectáculo de las opulentas vidas ajenas, ha querido ser otra persona que él mismo.
De donde se deduce que el mayor obstáculo para la libertad es la envidia. Con lo que no debe sorprender que el lema de un país cainita sea ¡Vivan las caenas!.
Otros escritores son mejores, pero muy a menudo me acuerdo de Albert Cossery y de su plante ante el mundo, me lo imagino muerto de hambre en una tumultuosa ciudad egipcia mirando pasar un reluciente Aston Martin rojo de cuya ventanilla asoma un brazo con pulseras de oro y una botella de champán, y en la pura completitud de ser él mismo -y no otro- me parece encontrar un modelo de santidad.
Un interesante post, Mrs Mingo. Cuando te das cuenta de que has optado por un alto grado de libertad, sabes lo que vas a perder, a sufrir. Mucho.
ResponderEliminarPero merece la pena. Te lo repites todos los días: merece la pena, merece la pena...
Decrepitudes maravillosamente estrepitosas. Sólo te ha faltado la foto de Leonard Woolf para hacer un post, para mí, perfecto.
ResponderEliminarMe alegro mucho de leeros, muchas gracias.
ResponderEliminarIván, no sé si es opcional o que uno no tiene más remedio.
Fridwulfa, no tengo muy controlado a Mr. Woolf, pero gracias por la indicación; voy a investigarlo para descubrir su relación con los otros viejos.
Yo tuve a EJ en el comedor escurialense del Felipe II a tiro de barrita de pan y, a diferencia de los otros mentados (Miller tiene algo hustoniano, de viejo púgil caballuno; y los otros dos, un cierto aire momificado), despedía juventud por todos sus bronceados poros.
ResponderEliminarDragó y Escohotado cuentan que, cuando lo acompañaron a visitar El Prado, acabaron derrengados a la zaga del paso prusiano de este hombre.
Mola morir de viejo, que no de pellejo. Como EJ.
Su equivalente femenina (en cuanto a longevidad teutónica, que no a profundidad de coco -en las MEMORIAS que publicó Lumen, no me pareció una Ligeia precisamente-), Leni Riefensthal, pese a estar en bastante buena forma física, funcionalmente hablando, daba un poco de grima a nivel estético, como de película de terror, nada que ver con esa envidiable jovialidad jungeriana.
aquí un botón
Sí que está un poco pasada, pero en esa foto debía de tner 118 años, la tía, y a lo mejor se la tomaron en un descanso de las clases de buceo o paracaidismo...
ResponderEliminarY es verdad que en la foto que he puesto, Henry Miller parece hermano de John Huston. Yo tenía un novio que me decía que me parecía mucho a John Huston. "Claro que sí", contestaba yo, y me tomaba el whisky de un trago.
Un novio miope o lo mismo con visión de rayos x del alma porque, la verdad, así a primera vista... Y por lo que sé de JH, no te imagino empecinada en irte al Africa a cazar un elefante mientras ruedas una película. Bueno, sí, coincidís en el común interés por la elaboración del 7º Arte. Y, lo mismo, según pareces apuntar hace unas líneas, por la afición a los espirituosos (pero en esta filia hay cientos de cofrades, a cual más diverso -a bote pronto, pienso en Truman Capote, aún caliente su relectura-).
ResponderEliminarLa susodicha afición nos hermanaba mucho, sí.
ResponderEliminarPero yo acabe entendiendo el parecido físico.