El verano pasado tuve que entrar en uno de los pabellones del recinto ferial que hay en el parque Juan Carlos I. Para llegar al fondo recorres una especie de pasillo abierto, que en cierto momento desemboca en una placita, para luego seguir como pasillo. Me quedé aterrorizada cuando llegué a ella. En el centro había una especie de oso de plástico rojo, como de cinco metros de altura. Digo un oso, pero la verdad es que se parecía más a un ratón. El oso ese estaba de pie, con los brazos (porque no son patas delanteras) pegados al cuerpo, y sonriendo como un zombie. Rodean la glorieta unas hornacinas, y en cada una de ellas había un oso igual, más pequeño, como la guardia ursiana del tótem maligno. Cuando entré en aquel recinto pavoroso sentí lo mismo que debe de sentir un aventurero cuando se asoma entre unos árboles en la jungla y contempla desde su escondite los ritos de una civilización aislada. Ahí se está dando un culto incomprensible y que, llegado el caso, no tendrá ninguna piedad por nosotros. ¿Qué hacían ahí esos osos adorando a un oso más grande? Los osos idólatras eran de alegres colores parchís, porque como es sabido bastan unas pinceladas de color para inundar de alegría el escenario más truculento.
Me pareció una señal de la clásica inconsciencia de las autoridades, que en este caso al habitual criterio errático habían añadido la imprudencia a la hora de elegir los adornos urbanos.
Pero hete aquí que nos volvemos a encontrar con Cthulhu en la puerta del Hotel Palace. A tres metros de la entrada, interrumpiendo el paso de una manera que sólo se le permitiría a un amo, hay desde hace meses uno de esos osos fascistas, que no se sabe qué tienen que ver con nada de este mundo y que provocan en quien los mira un desasosiego atroz. Esta vez el ejército va de dorado. Tienen al jefe en la puerta, pero es que en la cubierta, cada tantos metros, están apostados otros osos dorados que vigilan las calles de Madrid, donde ya han entrado.
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Vivimos en el reino del eufemismo. Siempre habrá alguien que llame a esos estúpidos osos "performance", "arte urbano", "instalación" o similar. Y siempre habrá alguien que se lo crea y pague por ello o se ilusione porque el ayuntamiento de turno lo haya hecho con sus impuestos.
ResponderEliminarPropongo una invasión de arenques en sal muera de 15 metros. Se lo voy a proponer a La casa encendida.
ResponderEliminarOtis, Iván, no quiero ni pensar en el arenque de 120 metros que nos van a calzar en la Plaza de Castilla, obra de Calatrava.
ResponderEliminarEspeluznante, sí...
ResponderEliminarEste incidente me ha hecho recordar uno de tus viejos palíndromos:
"Si atrapa al soso, osos, la apartáis"
Probablemente, algo en tu subconsciente te hizo intuir que esta invasión úrsida se debe al afán municipal por eliminar de nustras calles a le gente sin gracejo natural...
JA-JA-JAJA-JAJAJAJAJAJA.
ResponderEliminarNo puedo parar de reir, ...
estoy llorandoooooooo
es lo más alucinógeno que he leido hace tiempo.
Gracias Kontraprima, esos osos sosos me han jodido la siesta
¿Qué hace el oso de Tous encaramado al Palace?, ¿se habrá escapado de una gargantilla?
ResponderEliminarEspecies, tiene usted un blog la mar de divertido, ya era hora de que se lanzase a cubrir un espacio que le pertenece. Me uno al club de fans
Gracias, una vez más. Usted es el niño de la fábula del rey desnudo.
ResponderEliminarPero, ¿por qué los llama "osos fascistas"? Esos osos son democráticos, son la quintaesencia de la democracia cultural: arte por cojones, sea o no sea arte; y si no te parece arte, te jodes, lo sufragas y te aguantas. Y lo aplaudes, para no resultar sospechoso.
Pero usted es una sospechosa habitual. ¡Y una antidemócrata!
Completamente de acuerdo con commendatore. Eso sí, yo propongo una performance en plan noche de los cuchillos largos consistente en decapitar a todos los osos demócratas.
ResponderEliminarjpv, qué tono de Auld Lang Syne te gastas. ¿Qué tan exitosa -como veo que dicen en yahoo news- consideras la campaña municipal a favor del gracejo?
ResponderEliminarOye, Borch, ¿has cambiado la siesta por las carcajadas?
Miss Yotesaquedelarroyo, qué ilusión, a ver si tú también te prodigas.
Commendatore y Otis, he llamado "fascistas" a esos osos porque me parece que representan el sometimiento a lo irracional, grosso modo. Me imagino la mitad de los argumentos con que se me puede contestar, pero para no alargarme lo resumo en lo dicho.
I just can't bear this situation.
ResponderEliminarLo cierto es que aquello que está fuera de su medio natural siempre resulta, como su propio nombre indica, antinatura. Yo personalmente que soy ecologista convencida (dentro del sentido común) y que intento hacer todo aquello que está en mi mano para corregir, o al menos paliar, los deliberados destrozos que los seres humanos se empeñan en hacer (tipo basuras domésticas y eso... no puedo claro con el Algarrobico o Seseña), bueno, pues yo propongo lo siguiente:
ResponderEliminarCopiar el sentido de la valerosa iniciativa internacional “Garden Gnome Liberation Front” (http://en.wikipedia.org/wiki/Garden_Gnome_Liberation_Front) y fundar el Frente Nacional de Libración Ursina.
Aprovechando la noche, bien provistos de un candil, deberemos actuar enviando a todos los ejemplares de esta pobre especie amenazada al puerto de Sejos, donde sin dudad les esperarán felices como buenos “osos amorosos” sus solitarios compañeros.
I’mis is mi
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Publique las suyas de vez en cuando; siempre vienen bien cuando no se sabe de qué escribir.
Sí, los osos, los he visto. En efecto producen desasosiego, parecen topogigios mal intencionados e hipócritas.
ResponderEliminarEl asunto no presenta un aspecto halagüeño, ya han invadido otros lugares y otras ciudades, alimentándose de cáscaras de sueños,de pieles de renuncias y demás obcecaciones.
No son ni fascistas ni demócratas; son impúdicas gominolas gigantes, de fibra de vidrio por fuera y aglomerado de caspa por dentro.
Me adhiero a la idea de Ivan sobre los arenques en salmuera pero para disimular, propongo igualmente la instalación de otros gigantes: calamares de silicona distribuidos por las aceras de las grandes avenidas, percebes de neopreno y silestone agarrados a las cornisas de los edificos emblemáticos, lapas de formica en todos los chaflanes y hasta holoturias de goma espuma en los andenes del metro, todos inmensos con sus correspondientes ruidos orgánicos incorporados.
Ahora sí que se hace necesario orinar en las patas de banco de todas las academias, Commendatore.
Imi: ¿dónde está Sejos? y ¿ qué te han hecho las pobres gentes de tal lugar?
Y bien, ¿por qué no organizamos una expedición nocturna los huéspedes de este blog y orinamos sobre el oso ominoso del Hotel Palace? O le arrojamos un cubo de pintura, o lo tupimos de gargajos, como hicieron con Don Pablos a su llegada a la universidad. En fin, algún acto iconoclasta y antiacadémico que, además, nos constituya como generación sin maestros y sirva para que nos conozcamos.
ResponderEliminarNo pienso conoceros... tropa. Simplemente quiero llevar a los osos a Sejos (Cantabria profunda) para que sirvan de totems paganos a los pocos ejemplares de osos pardos que habitan en esa región.
ResponderEliminarEso además, y que sirvan de recuerdo de un mundo antaño salvaje a los excursionistas que allí se desplazan.
En cuanto a lo de ori.. y lo que sigue..., mirad: pues va a ser que no.
La verdad después de pensarlo..., pues…, no me apetece.
Me adhiero sin embargo a la propuesta de Anthisio (con Mayúscula en reconocimiento al respeto que me merece). Pero antes de holoturias, arenques y percebes, (como soy una persona consciente de la realidad social y científica de este querido planeta) propongo una performance de aquello que ya esta ¡¡¡¡¡aquÍÍÍ¡¡¡¡¡ para quedarse, que nos mira con ojos golositos, y que nos sigue a todas partes: las medusas.
Esto si que me provoca ori… y lo que sigue, porque ¡Dios! que será de nuestra península, rodeada de mar por todas partes menos por una, ¡pelágico mar yermo poblado de gelatina! (toma gominolas toxicas).
Ahí va la idea la idea: performance de medusas: ¡eso sí que es realidad social! (por favor sin sarpullido)
"I’misis mi" desparece por el foro
¡oid compañeros! ya que al parecer no van a desaparecer los osos del hotel Palace, propongo que para aliviar y relajar la tensión a que estamos sometidos los paseantes, el hotel baje los precios de sus habitaciones al nivel de ese otro hotel de cerca de la Gran Via en donde existe un magnífico cartel que dice "en este hotel la estrella es el cliente". Salud y buen vino.
ResponderEliminarHola a todos:
ResponderEliminarimi, precisamente estos días me ha estado intentando convencer para su causa un "frente de liberación de los elfos", como el de los enanos y el de los osos. También estoy en contra de misiones en común que nos obliguen a conocernos, porque igual nos pasa como en el cuento de Alphonse Allais en que un marido y una mujer acuden disfrazados -y sin decirse nada- a un baile de disfraces y cuando se quitan las máscaras ¡ella no era ella! ¡él no era él!
Lo que propone Anthisio lo podrían haber copiado para Zaragoza, estos días que está la Expo. Calamares y percebes gigantes por las calles, de manera que los zaragozanos ya tengan que emigrar directamente.
Hombre del año pasado, todavía no tengo palabras clave muy graciosas.
Anónimo, en este blog la estrella es el anónimo.
Me gusta mucho todo lo que habéis dicho, y hemos tenido mucho éxito con este post.
ResponderEliminarSí, sobre todo yo, he tenido un éxito cojonudo.
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